Aquí huele a sepia

Tranquilos, aunque lo parezca por el dibujo que acompaña a esta entrada todavía no estamos en Octobrulhu. El caso es que he podido disfrutar de unos minutejos libres en el trabajo y, como respuesta a la pregunta "¿Qué puedo dibujar para entretenerme?" surgieron tres posibilidades evidentes:

1. Un robot gigante
2. Una chavala en pelotas
3. Cthulhu.

Como ayer ya dibujé un robot gigante y si alguien me pilla dibujando una moza con el parrús al viento voy a coger aun más fama de pervertido sexual he decidido que mejor dibujo a Cthulhu. Porque, evidentemente, es preferible que la gente piense que pertenezco a un atávico y sanguinario culto que adora a divinidades primigenias venidas de un espacio no-euclídeo que reforzar mi imagen de viejo verde.

Y mientras dibujaba al bulboso Señor de R'lyeh me preguntaba si Lovecraft pensó alguna vez en lo profundamente que influiría su obra en la cultura occidental o si previó que su creación más icónica sería dibujada una y otra vez por artistas, dementes, artistas dementes y dementes artistas de todo el mundo hasta llegar a ser representado tantas veces como otros grandes éxitos mitológicos como, no sé, el Yeti, el Chupacabras o Jesucristo.